Por Franklin Canales, Project Manager de AFRY Chile.
La lucha contra el Cambio Climático es, sin duda, uno de los mayores desafíos de nuestra era. Somos probablemente la primera generación en sentir sus efectos y la última que tiene la posibilidad de generar los cambios necesarios para conservar nuestro planeta para las futuras generaciones. En este contexto, la captura, almacenamiento y reutilización del dióxido de carbono (CCUS) se presenta como una solución eficiente para mitigar los impactos de las actividades industriales y aportar activamente al proceso de descarbonización, con meta al año 2050, que está implementando Chile.
El dióxido de carbono (CO2) es un subproducto inevitable de muchos procesos industriales, además de ser uno de los principales culpables del calentamiento global. Para revertir esto, no sólo es urgente reducir las emisiones, sino que también es necesario reutilizar este gas como materia prima para la producción de biocombustibles, polímeros y fertilizantes, entre otros. Esta conversión no sólo ayuda a disminuir la cantidad de CO2 en la atmósfera, sino que también crea un ciclo de sostenibilidad donde los desechos de un proceso se convierten en recursos para otro.
Esta tecnología es un camino el cual muchas empresas de Chile podrían transitar para lograr un futuro sostenible y que ya está avanzando en el mundo. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés), en la actualidad las instalaciones de CCUS capturan más de 50 millones de toneladas de CO2 anualmente1, siendo Europa quien estaría a la vanguardia. La Unión Europea ha asignado aproximadamente 1.5 mil millones de dólares a proyectos de CCUS, a través del Fondo de Innovación, y más de 500 millones a proyectos de transporte y almacenamiento de CO2, bajo el programa Connecting Europe Facility.
Y las cifras son aún más decidoras. La Agencia también señala que, de cumplirse todas las capacidades de captura anunciadas y de mantenerse la tendencia de crecimiento, la capacidad global de CCUS podría alcanzar los niveles necesarios para el escenario de cero emisiones netas para 20302, con una captura de más de 1,000 millones de toneladas de CO2.
Adoptar tecnologías de captura y uso de carbono no sólo reduce las emisiones netas de CO2, sino que también mejora la calidad del aire y previene la acidificación de los océanos. Es un beneficio para todos. Y en este desafío llamado cambio climático, debemos ser capaces de utilizar la tecnología y poner el foco en la innovación, para trabajar desde todos los frentes al mismo tiempo para avanzar de forma segura y acelerada hacia un planeta carbono neutral.
